El poder de las palabras. A propósito de un cuento.

Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse. De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. Las palabras tienen mucho poder. El éxito en la vida está asegurado si uno domina el arte de elegir bien sus palabras al comunicarse.

La maldición de las Palabras negativas 
Las personas que utilizan por sistema las palabras negativas en su día a día (“no”, “no puedo”, “imposible”, “quizás”, “nunca”), suelen tener problemas para superarse en la vida y se autoevalúan como menos felices. Estas palabras negativas no solamente funcionan como obstáculos autolimitadores, sino a la vez llegan a nuestros interlocutores (aunque sea de manera inconsciente) e influyen de manera negativa en sus decisiones hacia nosotros. Todo cambia completamente al pronunciar palabras afirmativas. Un buen vendedor sabe esto muy bien. Le entrenan para evitar las palabras negativas. 

El Secreto de las palabras positivas 
Las palabras positivas pueden hacernos sentir bien e inspirarnos. Palabras como “me gusta”, “qué bien”, “te lo agradezco mucho”, “te quiero”, “muchas gracias”, “excelente”, “quiero”, «puedo», “¡adelante!”» … son alimento para la mente. Despiertan algo en nosotros que hace que consigamos realizar con más facilidad nuestros deseos y propósitos. Los grandes gurúes del autodesarrollo utilizan palabras positivas para inspirar y para motivar a gente para que alcanzan sus metas.

La Programación Neuro-Lingüística (PNL) es el estudio de cómo el lenguaje afecta nuestro sistema nervioso. Mediante las palabras podemos dirigir el propio cerebro de manera óptima para lograr los resultados que uno desea.

El siguiente cuento de la tradición árabe, ilustra de forma clara cómo al elegir las palabras correctamente se consiguen óptimos resultados.

Un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Al despertar, mandó llamar a un sabio para que interpretase su sueño.

El sabio dijo:
– ¡Qué desgracia, Mi Señor!
– Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra Majestad

.. y el sultán gritó enfurecido:
– ¡Qué insolencia!
– ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa?
– ¡Fuera de aquí! ¡Que le den cien latigazos!

Más tarde el sultán ordenó que le trajesen a otro sabio para aconsejarle sobre lo que había soñado. Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:
– ¡Excelso Señor!
– Gran felicidad os ha sido reservada.
– El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes.

Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro al sabio.

Cuando éste salía del palacio, uno de los cortesanos le dijo sorprendido:
– ¡No es posible!
– La interpretación que has hecho del sueño es la misma que el primer sabio.
– No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.

El segundo sabio respondió:
– Amigo mío, todo depende de la forma en que se dice.

(Fuente: http://sloyu.com/blog/2011/10/el-poder-de-las-palabras/)
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8 respuestas a El poder de las palabras. A propósito de un cuento.

  1. Ramón Vicedo dijo:

    Inclinar siempre la balanza hacia lo positivo, qué fácil es decirlo, a ver cómo lo vamos trabajando!

  2. laura dijo:

    Entonces…. según la forma con la que se digan las palabras puede variar la forma de entenderlas?

    • M.Carmen dijo:

      Sí, efectivamente, según se digan se entenderán de una manera u otra. Pero la moraleja que yo saco de esta historia es que siempre es mejor hablar en positivo. Hay palabras con un efecto destructivo… 🙂

  3. Angela dijo:

    Hay demasiada gente que no sabe medir o elegir sus palabras, con cambiar un solo adjetivo se puede pasar de comentar a ofender.

    • M.Carmen dijo:

      Gracias por todo lo que me dices sin decirme apenas nada 😉 Igual que las palabras pueden ser armas, las miradas y los silencios cómplices pueden ser el mejor calmante.

      Curiosamente el artículo lo publiqué antes del martes, pero está a la orden del día…
      De todos modos, interpretar una palabra como comentario u ofensa depende de quien lo escucha… es sólo responsabilidad de quien lo escucha -a pesar de que en un primer momento la emoción te pueda- y yo asumo mis responsabilidades en las interpretaciones que hago.. así que… haya paz! 🙂

  4. Andr3w dijo:

    Todos rechazamos aquello que no queremos o nos interesa escuchar.
    Es díficil adecuar las palabras a cada una de las situaciones y personas que nos rodean, pero es lo que todos debieramos tratar de hacer, aunque sea más «fácil» dejarsellevar sin pensar en lo que causan las palabras o el modo de decirlas.

    • M.Carmen dijo:

      Es verdaderamente difícil adecuar las palabras a cada situación, y por muy adecuadas que queramos hacerlas, eso no nos libera de la interpretación que el/la otro/a haga… pero siempre está en nuestra mano tratar de remediar los errores derivados de las palabras (dichas y no dichas) y tratar de aliviar el dolor que hayan podido causar… 😉

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